7 de enero de 2006

Por sorteo

Escribe Francisco Rubiales en Periodista Digital sobre la necesidad de "eliminar el monopolio que los partidos ejercen sobre la política y permitir que los ciudadanos, por sorteo, asuman responsabilidades que hoy son exclusivas de los partidos, que las utilizan para fortalecer su poder y dominio sobre la sociedad a través de redes de clientelismo e intercambio de favores".

Solo conozco un sistema de asunción de responsabilidades por sorteo: el de nombramiento de presidente de la comunidad de vecinos el la que vivo. ¿Y por qué por sorteo? Porque nadie quiere ejercer de presidente de forma voluntaria. Y el resultado es el siguiente. Nada. Nada se hace, nada se cambia, nada evoluciona o mejora. Las responsabilidades del presidente de la comunidad no le permiten redactar un proyecto de estatuto de autonomía, pero si el susodicho tuviese interés en el cargo podría trabajar para que sus convecinos tuviesen un mejor servicio de limpieza, de mantenimiento de ascensores, una mayor capacidad de elección del proveedor de telefonía e Internet, una mayor variedad de oferta televisiva...

Así pues, si en el sorteo para la asignación de los cargos públicos se incluye absolutamente a todos los ciudadanos se corre el riesgo de sufrir una situación como la descrita. Además, hay que tener en cuenta que la elección por sorteo del responsable no elimina el riesgo de aparición de redes de clientelismo y/o intercambio de favores. Este último riesgo no me parece erradicable, desgraciadamente. Soy un espíritu puro.

Por otro lado, no puedo estar más de acuerdo con la afirmación del autor relativa a que muchos de los políticos que asumen los cargos públicos no están preparados para ejercerlos. Sin embargo, ¿resuelve la elección por sorteo el tema de la preparación de los candidatos a los cargos? No. Démosle otra pensada pues. Si el ámbito del sorteo de los cargos públicos se restringiese a los ciudadanos, no solo dispuestos, sino preparados para ello, se habría resuelto el problema de la falta de preparación.

¿Pero dónde queda la democracia en este supuesto? Si la democracia actual se ha convertido en una "oligocracia", por utilizar los términos del autor, el sistema del sorteo la elimina del todo.

Besos

eStupefactus